Descripción
María Ángeles Pérez López (Valladolid, España, 1967). Poeta y profesora titular de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, donde trabaja sobre poesía contemporánea en español.
Ha publicado varios libros de poemas. Antologías individuales de su obra han sido editadas en Caracas, Ciudad de México, Quito, Nueva York, Monterrey, Bogotá y Lima. También, de modo bilingüe, en Italia y Portugal. Carnalidad del frío (Premio de Poesía «Ciudad de Badajoz», 2000) fue editado bilingüe en Brasil y en Estados Unidos.
Su libro Incendio mineral fue galardonado con el Premio Nacional de la Crítica en España en 2022. Acaba de ganar el Premio de la Fundación José Hierro por Libro mediterráneo de los muertos.
Es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, honoraria de la Academia Nicaragüense, hija adoptiva de Fontiveros y miembro de la Academia de Juglares de Fontiveros, el pueblo natal de San Juan de la Cruz. Forma parte de la asociación «Genialogías», volcada en reconocer el legado de las poetas.
Sin duda, aquí, como en el río de Heráclito, todo fluye. Esta antología, poemas tras poema, nos pone en movimiento, primero en la insoslayable presencia y recorrido del cuerpo de «la mujer» -voz mayormente protagonista-, parte tras parte, desde el cráneo hasta los pies, cuerpo siempre erótico, deseante de alteridad, gozoso de encuentros y a medida que nos vamos adentrando en la corriente del libro, sin dejar de fluir se va viendo a través de su transparencia lo que de palimpsesto tiene, va apareciendo, a contracorriente, la nostalgia de un origen, y el intento de exorcizar el destino, el origen como blanco papel, y sobre él, tan borrándose como apareciendo, la poesía, porque, es ella, en su carnalidad de palabra, la que va imponiéndose en el libro, la que vemos tomar cuerpo, ya no físico, sin descartarlo, pero sí sonante, sí ellas, las palabras «a medio camino entre lo líquido y lo sólido», y tal la poesía, el «entre» que es la erótica de la poesía, el mostrar ocultando al par que el dejar espacio para el lector, para que él se diga, y ese medio camino es este libro, medio pero pleno: ni la historia cruel y dulce, el gozo y el miedo y el amor y el cuerpo enfermo quedan fuera, y no pueden hacerlo porque, nos dice, «se habla para conjurar la muerte», por eso aquí entra todo, porque, en la palabra poética, naciente, todo es vida, y esta palabra es la que más lo expresa: un libro, este, de vida, pero vida viva, tan viva como la poesía que nos da a sentir, nos da a vivir. Y, completo lo pergeñado dejándolo sintetizar y responderse a María Ángeles Pérez López, quien en un verso se preguntaba si era ella río o mar: «Escribir./ Ahogarse./ Y escribir./». «Si ser agua, si ser cauce». Vale la pena adentrarse en estas aguas, dejarse llevar por ellas, desde la primera a la página final.
Hugo Mujica
